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JESUS Una película de Fernando Guzzoni.

Escrita y dirigida por Fernando Guzzoni con Nicolás Durán y Alejandro Goïc. Una producción de JBA Producción (Francia), Rampante Films (Chile) en coproducción con una Film (Alemania), Graal Films (Grecia), Burning Blue (Colombia) con la contribución del Consejo de la Cultura y las Artes del Gobierno de Chile, L’Aide aux Cinéma du Monde–Centre national de l’image animée-Ministère des Affaires Étrangères et du Développement International- Institut Français, with the support of Ibermedia, TorinoFilmLab, Film-und Medienstiftung NRW, Corfo, Greek Film Centre and the Creative Europe-Media Programme of the European Union y Banco Estado.

La segunda cinta del joven realizador llega a Chile tras un exitoso recorrido por festivales como Toronto, San Sebastián y La Habana.

Este jueves 26 de octubre llega a los cines Jesus, la nueva película del director de Fernando Guzzoni (Carne de perro) que ya ha sido estrenada comercialmente en más de 15 países como Francia, España, Estados Unidos, Alemania, entre otros.

Protagonizada por Nicolás Durán y Alejandro Goic, Jesus narra la historia de un adolescente de 18 años que vive solo con su padre en un departamento donde la televisión compensa su inhabilidad para comunicarse. El resto del tiempo, baila en una banda de K-Pop, se droga con sus amigos, mira videos hardcore por internet y tiene sexo en lugares públicos buscando adrenalina. Una noche, se ve envuelto en un terrible e irreversible infortunio. Este hecho hace que padre e hijo tengan que acercarse como jamás lo han hecho, pero también separarse como nunca antes.

La película está inspirada de manera libre en el caso Zamudio, pero desde el punto de vista de unos de los asesinos y de cómo un entorno lleno de excesos y falta de redes de apoyo, pueden conducir al caos total.

Con excelentes críticas internacionales y tras emocionantes aplausos, Jesus llega a las salas nacionales con un casting que ha sido calificado de auténtico, muy natural en sus actuaciones y una historia dirigida con valentía.

Salas de estreno: Cine Hoyts de La Reina, Parque Arauco, Cineplanet Costanera Center, Cinemark Ñuñoa, Sala Radicales, Cineteca Nacional, Teatro Condell, Matucana 100. Premieres regionales: Concepción, Marina Arauco (Viña del Mar), Iquique, Rancagua. Además, en salas alternativas.

Algunas críticas:
«Notable (…) un intenso thriller dramático que explora la brecha generacional entre los adultos que crecieron con la dictadura de Pinochet y los jóvenes de hoy en día (…) Guzzoni se destaca como una de las nuevas voces más excitantes de Chile.» Pamela Pianezza: Variety
«Una película tan perfectamente agresiva y voraz que enamora. Tanto como una fiera salvaje. (…) Guzzoni ha encontrado una voz tan profunda y grave que sangra.» Luis Martínez: Diario El Mundo
«La cámara en mano parece tan desregulada como el personaje, (…) nunca se intuye cuándo van a ocurrir los hechos relevantes, y su tratamiento no es tan distinto del de los «tiempos muertos» meramente descriptivos.» Guilherme de Alencar Pinto: Diario La Diaria
«Lo mejor de la película es cuando enlaza su sentido cambiante de la atmósfera con la falta de dirección de los jóvenes personajes (…)» Derek Smith: Slant
«La película usa con imaginación el presumiblemente bajo presupuesto para lograr una atmósfera claustrofóbica (…) Con interpretaciones sólidas de los dos protagonistas» Jonathan Romney: Screendaily

Sinopsis
Santiago, Chile. Jesús, de 18 años, vive solo con su padre, Héctor, en un apartamento donde la televisión compensa su inhabilidad para comunicarse entre ellos.
El resto del tiempo, Jesús baila en una banda de K-Pop, se droga con sus amigos, mira videos hardcore por internet y tiene sexo en lugares públicos buscando adrenalina.
Una noche, se ve envuelto en un terrible e irreversible infortunio. Este evento hace que Jesús y Héctor tengan que acercarse como nunca lo han hecho, pero también separarse como nunca antes lo estuvieron.

Nota del Director
Construí Jesús pensando en un relato sobre la relación fracturada entre un padre (Héctor) y su hijo (Jesús). Me interesaba arquetípica y antropológicamente esa relación, creo que es un paradigma ineludible. Fui instintivamente entrando en ese imaginario y consumiendo desde diversos soportes elementos relativos al vínculo entre padre e hijo. Desde relatos bíblicos, como el sacrificio de Isaac, hasta elementos coyunturales, literarios, cinematográficos, ensayo, etc.
Es cosa de ver la prensa y detenerse a examinar que, entre los jóvenes, tanto las víctimas como los victimarios, tienen figuras paternas difusas o ausentes. Eso habla de una soledad inmensa, que es la que quise retratar en Jesús, eso y también otras carencias, tal vez menos vistosas pero elocuentes, como la necesidad de pertenencia, de comerse al mundo.
En fin, padre e hijo ante una distancia insalvable e histórica. El padre vivió la dictadura en Chile, viene con una represión interiorizada, una moral de vida que habla del trabajo, del esfuerzo, de querer a toda costa que su hijo sea más que él. Pero el hijo es diferente, viene de la generación que nos precede: hiperglobalizados, hiper-sexualizados, pero a la vez desideologizados, tanto política como sexualmente. En este escenario, es casi imposible que ellos se encuentren y eso hace que la película sea un thriller que avanza irremediablemente hacia la tragedia.
A partir de ahí me surgió la idea del huacho, del abandonado, y del padre como una figura fantasmagórica, ausente… por eso para mí es el gran protagonista. La identidad frágil del personaje de Jesús es la identidad de Chile, en una búsqueda afectiva, sexual, laboral, en una crisis de identidad profunda.

Entrevista Fernando Guzzoni
– Optaste por retratar la historia desde el punto de vista de un joven asesino ¿Cómo llegaste a ese lugar?
Para mí el asesinato fue un fratricidio; se trata de alguien que mata a uno de los suyos, de su propia clase y edad, lo que lo vuelve aún más doloroso. Me interesaba mirar a estos victimarios y hacer un acercamiento, por ejemplo, al tema de la sexualidad. Lo primero que me llamó la atención es que hay dos cosas opuestas en esa generación, porque por un lado están muy politizados, y el movimiento estudiantil es el mejor ejemplo, pero al mismo tiempo es una generación desideologizada. Los personajes de la película no tienen un statement político, pero sí hay una dimensión estética muy profunda en ellos y eso en gran medida los constituye como sujetos, hay una desinhibición general: en su relación con sus cuerpos, con sus maneras de exponerse. En una ciudad tan gris como Santiago eso me pareció un gesto bonito. También es interesante esa paradoja de cómo han sido invisibilizados, por un lado, pero al mismo tiempo se apoderan de los espacios públicos, se apropian de los parques y de los monumentos, y los utilizan para bailar algo tan supuestamente banal como k-pop. Lo mismo ocurre con la sexualidad, hay una libertad en el discurso, en la práctica.

– ¿Cómo fue dirigir y darle forma a este imaginario?
Fue hacer un diálogo con lo real, lograr una compenetración más profunda. Parte del trabajo fue entender que los espacios públicos, como el parque por ejemplo, es la nueva polis donde se baila, se conversa, se toma, se tiene sexo. Y en ese desborde se entra en estados de exceso que pueden perfectamente conducir a algo terrible, sin ser criminales necesariamente, sin esa etiqueta. La muerte en este contexto puede ser producto de un juego que termina mal. En ningún caso quería construir un discurso sobre lo «lumpen» o estigmatizador. La realidad es mucho más compleja que eso.

-¿Se trata de una nueva forma de marginalidad?
Creo que el mundo lumpen de los ’90 ya está relatado, respondió a un fenómeno de su época pero hoy me parece que el modelo neoliberal excluye de una manera más invisible. No menos violenta ni terrible, pero más difícil de identificar y por lo mismo más efectiva. Porque ya no se trata de la precariedad que se traduce en la miseria que estigmatiza, como lo que narran los medios de comunicación. Creo que los jóvenes que retrata la película responden a otras cosas, a una sobre estimulación tecnológica, a un estado de abulia. Hay un gran descreimiento de todo, ese es el triunfo espiritual del sistema que va generando segregación, rabia y toda esta violencia subterránea que en algún momento se desata. Mi objetivo en la película era poder representar esos matices, esa fragilidad, porque para mí no hay predeterminación, acá lo random desplaza las lógicas del sentido común, es ese sentimiento de impunidad que te da la juventud; te lleva a ser temerario, a querer traspasar las fronteras. No hay móvil ideológico en este crimen.

-¿Cómo se viene Blanquita?
Es una historia sobre un personaje de 18 años que es una paria y que de un día a la mañana se ve envuelta en uno de los escándalos sexuales más torcidos de Chile. Es una lucha de un David contra Goliat que debe enfrentarse a los poderosos desde la indefensión. Lo interesante no es sólo el drama que esto puede significar si no que el verdadero ejercicio que se plantea la película es la dualidad entra la realidad y la ficción al interior de la historia, de los límites del relato oral, la representación, los sueños y la manipulación. Tiene una historia muy concreta y dura pero que a la vez dialoga con un mundo medio onírico donde la película se vuelve una fábula intrincada en que no sabemos si lo que vemos es verdad o ficción.

Entrevista Alejandro Goic
-¿Por qué aceptaste interpretar a Héctor, el padre de Jesús?
Me interesó la idea de mostrar la soledad brutal que muchos viven en Chile producto de un modelo neoliberal al que nos sometieron en la dictadura militar. Marginalidad y soledad, eso es lo que nos dejaron, esas son algunas de las consecuencias en su mejor expresión. Estamos hablando de un modelo que deja a más de un tercio de la población fuera del sistema. Se trata de un individualismo feroz, insano, de soledad absoluta que habita bajo la fachada de un sistema que supuestamente funciona. Esa es la realidad de un padre que además se enfrenta a la soledad de su hijo cuando se entera que ha cometido un crimen abyecto. ¿Cómo, qué significa y qué se supone que hace una figura paterna enfrentada a esta situación? ¿Cómo se retoma un vínculo quebrado? ¿Cómo se carga con el fracaso, con el peso de la sociedad? Jesús es una película que yo considero una obra de arte y que esconde el más profundo fracaso del pueblo, algo aterrador, triste, desolador y que es cuando un joven comete un fraticidio, cuando un niño mata a alguien de su edad y de su clase, alguien que bien podría ser él mismo.

Entrevista Nicolás Durán
-¿Quién es Jesús y cómo lo construiste?
Jesús es un adolescente víctima de la generación de su padre, una generación que vivió a la sombra del miedo y frente a la cual muchos nos revelamos porque queremos romper con ella, derribar sus barreras, luchar contra sus tabúes. Jesús es un joven muy solo, necesitado de afecto, con un papá distante, casi ausente, que debe trabajar y estar fuera de casa por mucho tiempo. Jesús perdió a su mamá y su verdadera familia la componen sus amigos, su tribu, y su verdadero hogar es la calle, la plaza, los lugares donde baila k-pop con su grupo. Su estilo de vida son los excesos y la experimentación en todo sentido… Es un niño perdido en la ciudad, así como muchos jóvenes hoy. Es un personaje oscuro, complejo, cuyo arco es dramático dado que termina implicado en un homicidio.

FERNANDO GUZZONI FILMOGRAFÍA
En 2008, Fernando estrenó La Colorina (largometraje documental) en la Competencia del Festival des Films du Monde de Montréal. Fue galardonado con el premio a Mejor Director en San»c y Mejor Película en Trieste. Carne de Perro, escrita en la Residencia del Festival de Cannes, es su primer largometraje de ficción (2012). La película ganó la competencia «Nuevos Directores» del Festival de San Sebastián, el premio Ingmar Bergman (Gotemburgo), Mejor Opera Prima (La Habana), Mejor Actor (Punta del Este), Rail d’Oc (Toulouse) y fue seleccionado en más de 30 festivales internacionales.
JESÚS es su segundo largometraje y fue estrenado exitosamente en el Festival de Cine de Toronto, siguió en San Sebastián (España) y luego por decenas de países en el mundo.
Fernando Guzzoni hoy se apresta para filmar su tercer largometraje «Blanquita», basado en la historia de Gemita Bueno, la protagonista del bullado Caso Spiniak.

FICHA TÉCNICA
Título original: JESÚS
Duración: 86′ / Versión original en Español / DCP Color 1,85 24f/s
Autor-Director: Fernando Guzzoni
Productores: Marianne Dumoulin, Jacques Bidou, Giancarlo Nasi
Dirección de Fotografía: Barbara Álvarez
Dirección de Arte: Rodrigo Bazaes
Vestuario: Francisca Román
Sonido: Carlo Sánchez, Roberto Espinoza, Jean-Guy Véran
Montaje: Andrea Chignoli
Casting:
Nicolás Durán como Jesús.
Alejandro Goïc como Héctor.